País, nación y Patria

mayo 9, 2008

Por: Eusebio Leal Spengler


Queridas amigas y amigos de este espacio, que me es muy querido porque es la forma de establecer una comunicación no solamente con la gente de nuestro Centro Histórico, Patrimonio de la Humanidad, sino con nuestros amigos y colaboradores en toda Cuba, que como yo se empeñan en la labor del Patrimonio Cultural, la conservación de lo que se ve y de aquello que es lo invisible.
Lo invisible son las tradiciones, lo invisible es la memoria de la abuela que nos dejó un delicioso plato cubano, lo invisible es la música, la popular, la que requiere una mayor y quizás una más profunda elaboración  aunque en esto como en todo hay siempre una profunda duda: cultor de Sindo Garay por ejemplo, imagino que cuando compuso El Huracán y la palma -que es una pieza que tanto, tanto me gusta y que revela el espíritu altivo y noble del cubano- realizó un empeño para músicos de altura, para los que entienden la profundidad, la energía y la vitalidad de la música. Es que si no somos capaces de sentir en el corazón esas melodías, será difícil que podamos entender lo material, si lo espiritual abarca diversos órdenes.
Lo material está en la documentación de los archivos, en las piedras de los edificios de distintas épocas, ya que no vamos nunca a favorecer la idea de que solo el tiempo pasado nos dejó monumentos dignos de memoria. Hay obras de ingeniería notabilísimas de la Cuba moderna y contemporánea, hay trabajos de arquitectura de una gran belleza e importancia, y no citaré una u otra para no ofender, no herir, o peor, no omitir aquellos que han contribuido a la belleza y la grandeza de ese país material. Cuando alguien me pregunta sobre Cuba siempre le digo las tres dimensiones: el país, la nación, la patria. El país es un territorio; me acuerdo que de niño le decían a los chinos, paisanos, porque venían de un país; también en España es muy frecuente escucharlo, son paisanos, gente vecina del país; el país es la montaña, es el entorno, es el pequeño pueblo, es una región.
La nación es un concepto, un concepto de leyes, una constitución, una aspiración. La patria es la poesía, es un sueño, es la tradición, es la lucha, es la sangre derramada por las añoranzas, es todo lo que forma en el hombre una identidad. Y esa decisión está firmemente impregnada a lo largo y ancho de Cuba. Por eso en nuestros programas últimos dedicados a Baracoa, a Santiago, San Salvador del Bayamo, a Camagüey, a Trinidad también a San Juan de los Remedios, una de las ciudades más lindas de Cuba -también Patrimonio Nacional- y quizás una de las más exclusivas por lo absolutamente diferente en su forma, en su planta urbana en su espaciosa plaza y sobre todo en esas tradiciones intangibles de que hablamos.
Recorrer remedios es acercarse a lo que José Martí llamó refiriéndose a Cuba y a su organización política, el alma invisible del país, Remedios, Santi Spíritus, La Habana. Pero tampoco puedo omitir las grandes y hermosas ciudades donde se dio una forma de arquitectura, una tradición y una fuerza social que ha impactado profundamente en la cultura cubana y latinoamericana: Sagua, Cienfuegos, Matanzas, Pinar del Río. Es por eso que en nuestros programas en estos días buscamos llevar un mensaje a todos nuestros amigos, y a todos aquellos que se dedican como nosotros a la preservación de la memoria de lo histórico, a la conservación del Patrimonio y a la defensa de eso que llamamos valores.
Cuando alguien habla de valores me pregunto: ¿Pero cuáles? Porque son muchos los valores. Como cuando se habla de raíces, también es importante preguntar cuáles, porque son muchas raíces y raicillas es como el gran río que se nutre de incontables afluentes, y al final marchan en un solo cause. Aunque en Venezuela vi una cosa realmente impresionante cuando se unen el gran Orinoco y uno de sus tributarios a la altura de Ciudad Bolívar, y uno sobre el puente donde está la famosa roca de Alejandro de Humboldt, donde vivió la magnitud de las altas corrientes del río. Desde allí se ven perfectamente las dos corrientes diferenciadas, van marchando una más clara y otra más oscura por kilómetros, como un diseño perfecto. Por suerte en nuestro país no se ven estos fenómenos. En nuestro país la realidad nos muestra en lo social, en lo humano, quizás por la pequeñez y la larga forma de la Isla de Cuba, una morfología similar aunque con esas bellas diferencias, pequeños cambios o sutiles motivaciones que acentúan más bien la personalidad de cada uno de nuestros pueblos, de nuestras comunidades humanas, para hacerla finalmente una comunidad sola y cubana, tal y como la imaginó, la diseñó y la concibió para los tiempos futuros el Apóstol de la Independencia y Padre de nuestra modernidad, no solamente literaria, sino también espiritual, José Martí. 

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Historiador de la Ciudad de La Habana 2011
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