Resaltó Eusebio Leal trascendencia del lector de tabaquería

Por: Isachi Fernández

Lectora de tabaquería. Foto: Dirección de Patrimonio

La considerable contribución de los lectores de tabaquería a la superación de los obreros del sector fue subrayada por Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana, durante un encuentro con hombres y mujeres que mantienen viva la secular tradición, celebrado en el Museo del Tabaco del Centro Histórico por el aniversario 145 de esa práctica, que nació en la fábrica El Fígaro, en Cuba.

“Nosotros hemos mantenido esta llama que irradia cultura, por eso cuando la UNESCO la declare Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, habremos logrado una gran victoria”, continuó el Historiador, en alusión a una propuesta cubana cuya aprobación pudiera hacerse efectiva en 2012.

Los participantes en la cita, organizada por el Museo del Tabaco y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), evocaron el inicio de la lectura de tabaquería en la fábrica El Fígaro, el 21 de diciembre de 1865, una práctica aún vigente en instalaciones fabriles, escogidas y despalilles del país, en los cuales se han registrado actualmente algo más de doscientas personas que ejercen ese oficio.

A propósito del tema, Zoe Nocedo, directora del Museo del Tabaco, aclaró a Habana Patrimonial que la lectura de tabaquería ha tenido momentos de suspensión, por ejemplo durante la guerra del 95, pero subrayó que obras de la literatura nacional y universal se dieron a conocer a la masa trabajadora a través de ella, y recordó que el tabaquero se distinguió siempre entre los obreros por su cultura, con independencia de su grado académico. Por eso, agregó, cuando Martí llegó a Tampa y a Cayo Hueso lo primero que encontró fue una gran cantidad de emigrantes tabacaleros listos para apoyar la guerra.

Recordó que la práctica de la lectura de tabaquería se reprodujo después en otros países latinoamericanos como México y República Dominicana, pero ”aunque a mediados del siglo XX desapareció en esas naciones, aquí se mantuvo, y se extendió a las escogidas y los despalilles”. La especialista concluyó con la certeza de que es una tradición que repercute en la vida doméstica del trabajador y en su comunidad. 

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