“La vida no termina cuando se acaba el tiempo”

noviembre 27, 2005

Por: Marjorie Peregrín

Por su vasta trayectoria en la investigación histórica y arqueológica de excepcional importancia para la conservación de las principales raíces y manifestaciones socioculturales del pueblo cubano, su infatigable empeño en la restauración y salvaguarda de La Habana, su labor intelectual, y profunda acción de alcance internacional para la cultura cubana, el Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler recibió este viernes el Premio Internacional Fernando Ortiz. A la ceremonia de entrega asistieron Carlos Lage, Secretario Ejecutivo del Consejo de Ministros; Rafael Bernal y Rubén del Valle, viceministros de Cultura; Carlos Martí presidente de la UNEAC; Alfredo Guevara, Presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano; José Ignacio Jiménez, historiador de Puerto Rico, y la Sra. María Clemencia López, Embajadora de la UNESCO en Cuba, entre otras destacadas personalidades.

Al entregar el reconocimiento, simbolizado con la Campana de Obatalá, junto a la ceiba de El Templete, el Dr. Miguel Barnet, Presidente de la Fundación Fernando Ortiz, expresó que con este premio se reconoce el quehacer de quien ha sabido conjugar al artista con el constructor, al historiador con el hombre civil de auténtica y pura vocación política, de una manera muy cercana a las aspiraciones del maestro de la antropología cubana.

Añadió que Eusebio Leal convence, arroba y hechiza con su oratoria de estilo literario, y es como el duende de la memoria, porque nadie posee ese don de una manera tan rica, creativa y deslumbrante. El destacado escritor cubano calificó al Historiador de la Ciudad como un símbolo de La Habana toda, seguidor de Emilio Roig de Leuchsenring y de tantos y tantos polígrafos cubanos como Antonio Bachiller Morales y Fernando Ortiz, entre otros.

Remarcó que Leal es como “el tronar de una volanta que chilla sobre las chinas pelonas, el misterioso rincón de una callejuela, la algarabía de un solar habanero, la plaza de los viejos libreros, el hospital materno, la dulzura de los patios babilónicos, el rumor de los pregones callejeros, pero es también, y no podemos olvidarlo, el amigo entrañable y solidario, el combatiente callado que cada día edifica con sus manos la Revolución, o que vindica con espíritu cristiano las virtudes mayores y más secretas de los desposeídos; imposible es, pues, concebir a La Habana sin él, imposible dejar de verlo siempre en su andar de papeles amarillentos, al frente de una delegación de visitantes, o como el anaquillé, enarbolando el milagro de la cotidianidad; imposible escapar a la imantación de su persona, a su carisma”.

Eusebio Leal, al agradecer las palabras de elogio de Miguel Barnet, rememoró cómo revivió la tradición de darle las tres vueltas a la ceiba, ceremonia que festeja el asentamiento de la villa de San Cristóbal de La Habana en la costa norte en 1519, y consideró que su obra ha sido pequeña ante la del sabio Don Fernando Ortiz, a quien calificó como descubridor de todos los secretos de Cuba, de América y del mundo; y ante la de su predecesor Emilio Roig, orador tremendo, hombre de gran ingenio, vastas pasiones y perennes combates. Al invocar la memoria de estos dos grandes hombres de la cultura cubana, Leal señaló que “la vida no termina cuando se acaba el tiempo, porque como decía el gran poeta Jorge Manrique, la vida de los intelectuales, la vida de los poetas, el apogeo en que viven, no es el de la vida breve sino el de la obra; los que no tienen obra ya son perecederos, los que la tienen son inmortales”.

El Historiador de la Ciudad fue merecedor también del homenaje de José Ignacio Jiménez, historiador de Puerto Rico, quien exaltó la obra de restauración y desarrollo integral que tiene lugar en La Habana Vieja, y leyó un mensaje enviado por Ricardo Alegría, Presidente del Consejo Nacional de Entidades Culturales de su país. El acto de entrega del Premio Internacional Fernando Ortiz a Eusebio Leal concluyó con la actuación del grupo de teatro Cimarrón, que interpretó una fábula del libro Akeké y la jutía, de Miguel Barnet. 

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Historiador de la Ciudad de La Habana 2011
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