La raza es una sola, la raza humana: entrevista con Eusebio Leal Spengler

febrero 11, 2011

Por: Heriberto Feraudy Espino / Tomado de Cubarte

Eusebio Leal Spengler, En 1967 fue designado director del Museo de la Ciudad de La Habana, sucediendo en su cargo al doctor Emilio Roig de Leuchsenring, del que fuera discípulo. Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad de La Habana, Máster en Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba. Especialista en Ciencias Arqueológicas, Historiador de la Ciudad de La Habana. Presidente de la Comisión Nacional de Monumentos, Presidente del Comité Cubano del ICOM y Presidente de Honor del Comité Cubano del ICOMOS y de la Sociedad Civil Patrimonio, Comunidad y Medio Ambiente; Decano de la Facultad del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.

A menos de tres meses del triunfo revolucionario de 1959, Fidel señaló: “Quizás el más difícil de todos los problemas que tenemos por delante, quizás la más difícil de todas las injusticias de las que han existido en nuestro medio, sea el problema que implica para nosotros el poner fin a esa injusticia que es la discriminación racial; aunque parezca increíble. En época reciente, el General Presidente ha calificado como una vergüenza el insuficiente avance en esta materia en 50 años de Revolución.

¿Cuál es su percepción de estas dos formulaciones realizadas por los máximos líderes de nuestra Revolución?

Las expresiones de Fidel en aquel momento pienso que se ajustan exactamente a una gran verdad: al triunfo de la Revolución la discriminación era tremenda. Por ejemplo, en provincias del interior del país, en sus ciudades capitales, las personas de una raza y otra, blanca o negra, o como se decía entonces, las personas blancas y las de color, tenían que marchar por sendas diferentes. Lo cierto es que ningún club ni ninguna sociedad aceptaba a personas de la raza negra con mil pretextos, aún personas muy encumbradas no pudieron traspasar esas fronteras. Los cubanos negros crearon entonces sus asociaciones propias como el Club Atenas, una institución respetable y culta que honró mucho y se honró mucho con una gama extraordinaria de talentos y personalidades, desde libertadores hasta poetas, escritores, artistas, letrados…

El primer sacerdote negro se consagró en La Habana en el año 1947. Lo común era que las personas negras velasen sus muertos en la funeraria Marcos Abreu de la calle Infanta; en ningún banco ni lugar que se dijese respetable se aceptaba o que dijese que lo era, a ninguna persona de la raza negra con mil pretextos; en los apartamentos de las nuevas urbanizaciones los encargados tenían la instrucción de decir que todo estaba alquilado, pues era absolutamente inconstitucional imponer trabas raciales para este tipo de negocios. En ninguno de los grandes colegios católicos había niños negros y se justificaba argumentando que era para evitarles sufrimientos y penas discriminatorias. Sólo eran recibidos en las escuelas parroquiales…

Esta era la verdad y son innumerables los ejemplos, todo lo cual quiere decir que cuando Fidel pronuncia sus palabras respondían a una dolorosa y cruel realidad. Faltaba todavía mucho tiempo para que se cumpliese un siglo de la abolición de la esclavitud y cuando una sociedad ha padecido una ignominia largamente, demora en repararla; queda no solamente en formas legales y jurídicas que en Cuba estaban superadas, sino también, en las costumbres y la mente de los individuos. Es en la mente de los individuos donde está ahora.

Las palabras del General Presidente son fuertes, llamando la atención sobre un tema que existe en la conciencia de los individuos hoy. Si observamos la composición de la Asamblea Nacional del Poder Popular, reconoceremos en ella a una gran parte de la sociedad, representada casi en su totalidad. Y digo casi en su totalidad porque otras trabas y discriminaciones se vienen venciendo también. Es muy difícil para algunos hacer públicas y para otros asimilar ciertas características de los individuos, opciones muy personales o elecciones de carácter íntimo que a determinadas personas les resultan hasta escandalosas.

Aunque la sociedad y sus estructuras de poder son hoy más representativas de la real diversidad que convive en nuestro país, no hemos llegado todavía a un momento, diríamos ideal o cercano a nuestras aspiraciones de conquistar toda la justicia.

Sin embargo, no podemos cometer el error de ver el sentimiento de aquellos que se sienten discriminados y nunca discriminadores. Debemos pensar como aseguraba José Martí en que cubanos es más que blanco, más que mulato, más que negro… Es ese es el concepto al que hay que arribar felizmente y al que aspiramos.

No olvidemos que a lo largo de toda la historia de Cuba no ya durante las guerras por la independencia de la metrópoli colonial, sino también en la República, figuras muy importantes de la raza negra lograron vencer a sangre y fuego la exclusión y ocuparon altas representaciones nacionales, como Jesús Menéndez, líder indiscutible, Salvador García Agüero, brillante legislador y uno de los más grades oradores cubanos; Blas Roca quien era mestizo y también fue legislador; no olvidemos que Lázaro Peña fue elegido por la clase trabajadora como su representante a la Cámara; pensemos en Martín Morúa Delgado, defensor de ley muy importante que evitaba la creación del partido de razas al estilo del Sur de los Estados Unidos; recordemos al insigne Juan Gualberto Gómez, el gran amigo de Martí quien fue un ilustre parlamentario… y podría citarte a muchos más.

Hay que tener mucho cuidado en caer en alguna exclusión o en posiciones extremas y buscar ante todo la naturaleza aglutinante del sentimiento nacional cubano. Cuando, por ejemplo, hablamos de Las morenas del Caribe, por supuesto que me siento representado, pero no deja de ser un término hasta cierto punto discriminatorio, porque entonces otra parte de la población tendría derecho a decir: hacen falta tres blancas en ese grupo para que sea representativo de Cuba y eso no es posible; o Cuba es como es o no es, o la aceptamos como es o no es.

En esta perenne evolución de las ideas no sólo tenemos que combatir la discriminación racial como una forma denigrante y monstruosa de un pasado, si se quiere tan reciente. Hay que abatir todas las discriminaciones, absolutamente todas, las de carácter religioso ha costado mucho trabajo vencerlas en un país de tan amplia espiritualidad; es también la lucha por la igualdad de géneros donde el país avanzó de forma resuelta; y también en la igualdad en cuanto a la opción sexual ―en mi opinión―, esa discriminación por opción sexual ha sido tan fuerte, violenta y excluyente que habría que preguntarse cómo han podido vivir y soportar una sociedad que tan cruelmente los ha discriminado; otro tema es la singularidad de las personas que sufren también por su condición de minusválidos, por cualquier matiz de su carácter…

Creo que habría que tomarse el tiempo de una conferencia solamente para responder a esta primera pregunta que me formulas, si pensamos en las tan variadas, evidentes o sutiles expresiones discriminatorias que pueden pervivir en nuestra sociedad, a pesar del camino andado.

Al observar los proyectos, yo no lo llamaría humanitarios, preferiría calificarlos de justicia social, que usted y su equipo vienen desarrollando con toda la población que habitaba y habita en el denominado Casco Histórico donde el fenómeno “racial” no tiene ninguna connotación, pues al parecer no es este el principio que predomina, sino el trato justo y equitativo a todos cuantos lo necesitan. Pienso que tal vez, este sea una buena pauta a tener en cuenta en la lucha por combatir discriminaciones y prejuicios heredados del pasado colonial y neocolonial. ¿Cómo concibe usted que se debe combatir lo que nuestro Comandante en Jefe ha definido como la más difícil de todas las injusticias en nuestro medio?

En sus esclarecedoras palabras pronunciadas durante el VI Congreso de la UNEAC en 1998, Fidel reflexionó sobre la naturaleza compleja de un tema imposible de resolver por ley, pues su esencia es mucho más profunda. En esa ocasión nos alertó: “Parecía que dándoles oportunidad a todos, abriendo los clubes aristocráticos a toda la población, el acceso a las playas, el acceso a las escuelas, el acceso a las universidades y a todo, era el camino por el cual comenzaría a desaparecer la discriminación. Pero el problema es mucho más serio. Creíamos que, incluso, desapareciendo las clases privilegiadas, los explotadores y los ricos, iba a desaparecer la discriminación racial y se iba a crear la igualdad de oportunidades, la verdadera igualdad de oportunidades para todos.”

La discriminación racial pasa también por la de la subjetividad del individuo, su sustrato cultural, la educación recibida, la influencia social y familiar. Cuando una joven negra llega a nuestra casa dotada de todas las cualidades y va a ser la amada de un hijo nuestro, nos ponemos a prueba, Cuando una hija nuestra es pretendida por un educado y correcto joven blanco o por un correcto y educado joven negro o mulato (como quisiésemos que fuese correcto y educado cualquier pretendiente) nuestra conciencia se pone a prueba. Cuando llega un ser humano cualquiera, independientemente de su género, de su raza, a trabajar en una oficina o a registrarse en una bolsa empleadora, ahí se pone a prueba la conciencia de quienes tienen no ya que anteponer, sino sencillamente, evidenciar una conciencia equilibrada y correcta de lo que tienen que seleccionar.

Hemos llamado humanitarios a los servicios de la Oficina, porque considero que nada humano debe sernos ajeno. Debemos enfrentar y solucionar enormes problemas humanos, no solamente la cuestión racial que no está resuelta, sino también los profundos desequilibrios en la sociedad. Son grandes vacíos y lagunas que tratamos de llenar; lagunas de soledad de los que por determinadas razones están solos aquí. Has citado a La Habana Vieja, un territorio donde se manifiesta una composición social muy particular. No olvidemos que mucho tiempo atrás los nobles se apartaron de este sitio y sus palacios fueron subarrendados a las clases populares. Entonces, este es un barrio popular donde la gente se trata de ventana a ventana, de tú a tú conversan en la calle, en las plazas, en torno a la fuente, en medio de la casa apuntalada, la bodega a donde van a comprar lo que les toca o lo que pueden. Son muchos los problemas acumulados.

Por eso me complace mucho que todo lo que hagamos exprese el sentimiento de la Revolución de justicia primero y caridad siempre. No me voy a avergonzar de la palabra caridad porque la caridad no es la limosna. La caridad todo lo comprende, todo lo explica, trata de llegar a todos los corazones, es intensamente solidaria, es intensamente humana, pero debe prevalecer ante todo el sentimiento de la justicia como el bien al que todos debemos aspirar, en todos los órdenes.

La Revolución ha reparado mucho, mucho, mucho y fue ella la que arrebató el látigo de la mano el mayoral desde el 10 de octubre de 1868 hasta hoy. Han sido las vanguardias revolucionarias de la clase trabajadora, de la intelectualidad y del pueblo cubano las que han luchado contra todas esas formas de discriminación que en muchas conciencias prevalece todavía, en muchos hipócritas sobre todo y en muchos que manifiestan su discriminación en una u otra dirección, de las formas más sutiles.

He conocido a numerosos compañeros a lo largo de la Revolución que con un gran sentido de su libertad escogieron compañeras o compañeros que eran de una raza diferente y lo hicieron con una extraordinaria dignidad. Esa es la expresión, a mi juicio, de lo más avanzado del pensamiento antirracista: cuando uno acompaña a la persona a quien ama, y no la exhibe como un trofeo, ya sea blanca o sea negra.

Estando tan cerca de una de las más memorables muestras del aporte africano a la cultura cubana ¿cómo valora usted esas contribuciones y cómo deben ser registradas en la memoria y en el acontecer histórico y educativo de las nuevas generaciones?

Como la valoraron los grandes intelectuales, hombres y mujeres de Cuba que, por cierto, eran personas que pertenecían a clases elevadas y blancas, Fernando Ortiz, su discípula Lydia Cabrera… Ellos hicieron una poderosa aportación a la riqueza del pensamiento nacional, como la han hecho más recientemente Natalia Bolívar, Rogelio Martínez Furé o Miguel Barnet.

El ideario que ellos muestran nos permite apreciar esa grande y extraordinaria aportación cultural que supone el encuentro de las culturas, las religiones, las razas… en definitiva la raza es una sola. Estamos ante el engaño de las razas, como dijo el gran sabio cubano. La raza es una sola, la raza humana; la cultura es una sola, la cultura de la humanidad. Si lo entendiésemos así, seríamos más felices, habrían sido más felices nuestros antepasados y serán más felices los hombres del futuro.

A veces nos deslumbramos observando a sociedades en las cuales, aparentemente, con el triunfo de un hombre que representa una raza o un matiz, ha triunfado necesariamente la justicia, y nos equivocamos. Es muy perjudicial ese juicio porque se aparta de la realidad objetiva.

La verdad está en la conciencia de los individuos y hay que aspirar a una conciencia más elevada, a un sentido más alto de la justicia y al mismo tiempo, a exaltar nuestros ejemplos y paradigmas. Antonio Maceo era nieto de un valenciano y una negra y fue el paradigma de la lucha contra la discriminación en todas sus formas. Se opuso siempre a la guerra de razas. En una carta memorable que José Luciano Franco cita en el epistolario de Antonio Maceo se consigna cuánto sufrió por el hecho de que al terminar la gran guerra, siendo él la primera figura, se demorase en llegarle la convocatoria para el segundo llamado porque muchos cayeron en la trampa de decir que si venían los libertadores que como él no eran blancos, España tendría razón al plantear que se trataba de una guerra de razas. Espejismos y grandes mentiras con las que el colonialismo envenenó la mente de los hombres.

Te pongo un ejemplo, cuando estalló la Guerra del 68 Carlos Manuel de Céspedes, al tomar la ciudad de Bayamo, convenció personalmente al Mariscal de Campo del ejército español General Modesto Díaz ―quien era dominicano―, de que pasara a las filas cubanas. En ese momento, casi todos los dominicanos que estaban en Cuba tenían experiencia militar y pasaron a formar parte del ejército libertador. Paradójicamente, entre los que quedaron del otro lado, el de más alta graduación que llegó a ser General de División del ejército español, constelado con todas las condecoraciones, fue el general negro Eusebio Puello.

La Historia es de una riqueza tal que nos demuestra que no podemos guiarnos por espejismos. El colonialismo trató de agitar el fenómeno de razas y habían unidades de combate formadas por negros leales a la corona española ―están hasta en fotografías―; las leales tropas negras. Habían además, batallones de pardos y morenos.

Durante la toma de la Habana por los ingleses los esclavos negros que habían formado parte de la artillería que defendió la Ciudad de la Habana, reclamaron al Rey Carlos III su libertad por la lealtad demostrada.

Entonces, te reitero, no nos podemos guiar por espejismos solamente, tenemos que ir a buscar realidades. Existen discriminaciones económicas, que son avasalladoras y como te decía, discriminaciones de todo tipo.

Eso no le resta importancia a la gran lacra que es la discriminación racial, sobre todo en un país en que se viene de la esclavitud. Pensemos en otras discriminaciones contra etnias o pueblos, como por ejemplo, los chinos que emigraron a Cuba. Venían en su condición de culíes o contratados chinos varones, pero no chinas mujeres. Sufrieron todo tipo de chistes soeces, todo tipo de humillaciones; hacinados en barracones. Finalmente lograron encontrar mujeres que los amaron dentro de la sociedad cubana, y se formaron entonces figuras que son tributarias o son como los grandes ríos, hijos de ríos que vienen como torrentes a sumarse al caudal cultural de la nación: José Luciano Franco, Regino Pedroso, Regino Boti, el maestro César Portillo de la Luz que en el último consejo de la UNEAC decía: dónde quedo yo que tengo las tres ascendencias, la española, la china y la africana.

Fue muy dramática la discriminación con los chinos, pero también fue dramática la emigración árabe a Cuba porque resultaron igualmente discriminados los moros que vendían corbatas y telas: ahí viene el moro, decían. ¿Y cómo le llamaban a los judíos? Los polacos. La clase media jugaba con no ir al casino deportivo porque habían muchos polacos y eran blancos de ojos azules, sin embargo, eran discriminados, decían que eran apestosos… Lo que debemos es hacer memoria y darnos cuenta de lo que hemos superado como sociedad para entender cuánto más podemos proponernos.

Más recientemente, la contrarrevolución discriminaba a los soviéticos, y alegaban que eran torpes, feos, los bolos, tienen peste, decían así y esos fueron también argumentos de la reacción, los han sido toda la vida, como si bajo el velo de los más delicados perfumes no se ocultasen a veces los más delicados defectos; como si tras los rostros más cuidados, no se parapetase en ocasiones la mayor de las hipocresías.

Por eso prefiero evocar a Nicolás Guillén, el poeta que nos cantó a todos, cuando hablaba de un solo color para definirnos… el color cubano; ese que nos emparenta sin exclusiones y nos define en un mismo archipiélago espiritual e identitario, que nos explica como nación superando cualquier segregación exacerbada sobre todo por quienes siempre albergan la esperanza de vernos desunidos y sojuzgados al poder imperial.

*El entrevistador es el Presidente de la Comisión Aponte de la UNEACIn 1967, Eusebio Leal Spengler was designated director of the Museum of the city of Havana, assuming the post of Dr. Emilio Roig de Leuschsenring, his mentor. He holds a doctorate in History from the University of Havana, a Masters in Latin America, Caribbean and Cuban Studies, he is President of the National Commission of Monuments, President of the Cuban Commission on ICOM and President of Honor of ICOMOS and the Society of Civil Patrimony and Environment, as well as Dean of the Faculty of the University of San Geronimo of Havana.

HF: At least three months after the triumph of the revolution in 1959, Fidel pointed out: “Maybe the most difficult of all the problems we will be facing, maybe the most difficult of all the injustices that have existed in our environment, may be the problem that implies putting an end to the injustice of racial discrimination; even though it seems incredible. Just recently, the General President labeled it as a disgrace, the insufficient advances this matter has achieved in 50 years of Revolution. What is your perception on these two formulations by the two highest ranking leaders of the Revolution?

EL: The thoughts expressed by Fidel at that moment are an absolute reality: at the triumph of the Revolution discrimination was rampant. For example, in some provincial capitals, people of one race and another, white or black, or how it was said then, white people and colored people, had to use different aisles in public squares. The fact is that no club or society accepted blacks and used every imaginable pretext, even those who were financially secure could not breach their borders. Black Cubans created their own clubs such as the Athens Club, a very respectable, cultured, and honored institution with a wide array of highly educated patriots, artists, writers, poets, patriots etc.

The first black Priest was consecrated in Havana in 1947. It was common that black funerals were held at Marcos Abreu funeral parlor on Infanta street. In no bank or so called reputable institution were blacks hired, apartment building managers were instructed to tell blacks there were no vacancies although it was unconstitutional to impose racial obstacles in this type of business. None of the large catholic schools enrolled black children and the argument was to spare them sufferings and discriminations. Only some parochial school did.

These are facts and there are many more examples which confirm how Fidel’s words reflected a painful and cruel reality. Less than 100 years since the abolition of slavery, any society that has suffered such ignominious treatment, takes a long time to be repaired; not only in its legal and judicial aspects which Cuba had overcome, but in the habits and minds of the individual. That’s where it is now.

HF: The words of the President are harsh, when he brings to our attention how this issue resides in our conscience today. If we look at the structure of the National Assembly of People’s Power, it is representative of a large section of our society, almost its totality. And I say almost because other obstacles and discriminations are being overcome also. It is very hard for some to make it public and others to assimilate the characteristics of some individuals, personal options or intimate choices of certain individuals may result to them scandalous.

EL: Although the society and its power structure is today more representative of the real diversity of our society, we have not arrived as yet at the moment, I would say ideal or close to our aspirations to conquer all justice.

Nevertheless, we should never make the mistake to see the feelings of those who feel discriminated against and never discriminators themselves. We must think like Jose Marti assured us, that Cuban is more than white, more than mulato more than black. That’s the concept and aspirations we must arrive at.

We should not forget that throughout the history of Cuba, not only during the war of independence against the Spanish Crown, but also during the Republican era, important black figures were able to overcome exclusion with blood and fire and they occupied high national positions, such as Jesus Menendez, unquestionable labor leader, Salvador Garcia Aguero, brilliant legislator and one the most eloquent Cuban speakers; Blas Roca was a mixed race legislator; we do not forget that Lazaro Pena was elected by workers as their representative to congress; we think of Martín Morúa Delgado, who defended the law forbidding the creation of political parties based upon race as it was in the US southern states; let’s remember the illustrious Juan Gualberto Gómez, Jose Marti’s dearest friend, who was an eminent parliamentarian, and many more.

We must be careful not to assume exclusionary or extreme positions, and search above all for the natural coherence of national sentiments. When, for instance, we speak about the Dark Caribbean (Cuban female Volley Ball team), of course I feel represented, but it is nevertheless a discriminatory terminology, because then, a portion of the population would have the right to say, that three whites girls may be needed in the team in order for it to be representative of Cuba, and that is not possible; either Cuba is as it is or it is not, and we accept it as it is or not.

In this perennial evolution of ideas, not only must we combat racial discrimination as a degrading and monstrous form of the recent past. We must bring down every form of discrimination, every form; those religious-related discrimination require lots of efforts in a country with such a wide spirituality; there is also gender equality where the country took decisive steps and also those related to sexual preferences, -in my opinion-, this discrimination for sexual preference, was hard, violent and exclusionary, which makes us wonder, how were they able to live and tolerate a society that discriminated so cruelly against them? Another case with its special singularity is those of physically or mentally challenged people.

I think it would require the entire time of the conference just to answer your first question, if we think about the variety, evidence and subtle expressions of discrimination that have survived in our society, not withstanding the journey we have covered.

As I look at our projects, I would not call them humanitarian, I would prefer to qualify them as social justice what you and your group are developing with all the people that lived and live in the so called “historic quarter” where this racial phenomenon has no connotation, because this is not the prevailing principle, but the just treatment and equity that everyone needs is. I think this could be a good model to keep in mind in the struggle against discriminations and prejudices that were inherited from our colonial and neo-colonial past. How do you conceive we can battle what our Commander in Chief defined as the most difficult injustice in our environment?

HF: In his clarifying words expressed during the VI Congress of the UNEAC in 1998, Fidel reflected on the complex nature of this subject which is impossible to resolve through law, because its essence is much deeper. At that time he warned: “It seemed that granting opportunity to all, opening up elite clubs to the entire population, access to beaches, access to schools, access to university and all, was the road through which discrimination would begin to disappear. But the problem is much more serious. We even thought that with the disappearance of the privileged classes, the exploiters, the rich, racial discrimination would also disappear, it would create equal opportunities, the real equality and opportunities for all”.

EL: Racial discrimination is influenced by individual subjectivity, their cultural make up, education they have received, social and familiar influences. When a young black lady with all of the expected qualities comes to our home as our son fiancée, we are all put to the test. When any human being, irrespective of his gender or race come to work in an office or to register at a job placement center, the conscience of those is tested, who should only have to make a right and balanced selection.

We have called humanitarian some of the services our office offers, because nothing human is alien to us. We have to confront and solve huge human problems, not only those racial issues that remain unresolved, but also, the deep social unbalances of society. There are large vacuum, lakes that we try to fill, lakes of solitude in which for any reason they find themselves here alone. You mentioned Old Havana, a territory with a unique social composition. Do not forget that years ago, the nobles abandoned these places and their palaces were sub-leased to working people. Therefore, this is a popular neighborhood where people relate to each other from their windows, from you to you, the talk on the streets, squares, around the fountains, in the midst of propped up buildings, the corner store where they purchase their groceries. It is a lot of accrued problems.

That is why I am happy that everything we do express the sentiments of the Revolution of justice first and charity always. I am not going to be ashamed of the word charity, because charity is not the dispensation of alms to beggar. Charity involves everything, explains all, it tries to reach every heart, its solidarity is intense, intensely human, but the sense of justice must prevail as the goal we all hope to achieve at every level.

The Revolution has fixed a lot, a lot and it grabbed the whip away from the hands of the foreman over the farm laborers on October 10, 1868 until today. It has been the vanguard of the working class, intellectuals and the Cuban people who have struggled against all of those forms of discrimination, which still subsists in the conscience of many, in many hypocrites above all, who express their discrimination in one direction or another in the most subtle ways.

I have met many comrades through this Revolution, which with great freedom of choice selected a soul mate from a different race and they did it with extraordinary dignity. That’s the expression in my views, of the highest expression of anti-racist thinking, when one is with the person one loves and does not exhibit it as a trophy, be it white or black.

HF: Being so close to one of the most memorable expressions of African contribution to the Cuban culture, how do you evaluate these contributions and how they should be registered in the memory, history and education of the new generations?

How can we value the contribution of great intellectuals, men and women of Cuba, many of whom by the way were white and belonged to the upper class such as Fernando Ortiz, Lidya Cabrera… They made an enormous contribution to the national thinking, as did more recently Natalia Bolivar, Rogelio Martinez Fure or Miguel Barnet?

EL: Their thinking allows us to appreciate the great and extraordinary cultural contribution that derives from the meeting of cultures, religions, races… which in the end are one, the human race, culture is one, humanity’s culture. If we understood it like that, we would be much happier, our forefathers would have been happier and so would people in the future.

Sometimes we are dazzled watching societies in which, apparently, with the triumph of one man that represents a race or hue, we assume that justice has triumphed and we are wrong. That is a mistaken judgment because in fact, it has little to do with reality.

The truth is in the individual conscience and we must hope to arrive at a higher level of conscience, at a higher level of justice and at the same time, to exalt our paradigm. Antonio Maceo was the grandson of a Valencian and a black woman and he was the paradigm of the struggle against discrimination in all of its form. He always rejected the race war. In a memorable letter, Jose Luciano Franco speaks about letters written by Antonio Maceo, it is stated how much he suffered because at the end of the great war, with him being the most important figure, the convocation to the second war took long to reach him, because many fell into the trap that if fighters like him were not white, Spain would be right to state that this was a race war. Illusions and lies which colonial powers used to poison the minds of men.

Let me give you an example, when the uprising of 1868 took place, when Carlos Manuel de Cespedes captured the city of Bayamo, he personally convinced Field Marshall General Modesto Diaz of the Spanish Army –who was Dominican- to join the Cuban forces. At the time, nearly all Dominicans that were in Cuba had military experience, he went on to join the Army of Independence. Paradoxically, among those who stayed on the other side, was Division General of the Spanish Army, black General Eusebio Puello, with all of his medals and decorations.

History is so rich that it teaches us that we cannot be guided by mirage. Colonial Spain tried to whip up the race issue and there were black combat units that were loyal to the Spanish crown- there are pictures- of the loyal blacks to the crown. There were also mixed race battalions.

When England attacked Havana, black slave artillery forces defended the City of Havana and later demanded their freedom from King Carlos III because of their proven loyalty. Then, I repeat, we cannot follow mirage, we have to search for reality. There are economical discrimination, which are devastating and of other types.

All of this does not minimize the racial discrimination scourge, especially in a country coming out of slavery. Let’s think about other discriminations against other ethnic groups or peoples, for example, the Chinese that migrated to Cuba. They arrived as “coolies” or hired males without women. They suffered all types of offensive jokes, humiliations, were forced to live in crowded huts. Finally they were able to find women who loved them within the Cuban society and they created tributaries that are today like big rivers, adding to the cultural fabric of the nation: Jose Luciano Franco, Regino Pedroso, Regino Boti, the master Cesar Portillo de la Luz said during the last meeting of UNEAC, where I belong, having three ascension, Spanish, Chinese and African.

Chinese discrimination in Cuba was dramatic, dramatic also was the discrimination against Arabs, selling fabric, ties door to door. And how did we call Jews, Polacos? Many middle class people were not member of the Casino Deportivo, because most members were Polacos although they were white with blue eyes, they were discriminated against saying they smelled. We need only to search our memories to see how much our society have overcome, to understand how much more we can propose to achieve.

Recently, the counterrevolution discriminated against the Soviets alleging they were ugly, clumsy, tenpins and these were arguments used by reactionary groups, hiding behind the veil of fine perfumes, hiding their most delicate defects, as if behind beautiful faces, were not hidden the greatest hypocrisy.

That is why I would like to evoke Nicolas Guillen, the poet who sang to all, when he spoke about one color that defined us…..Cuban Color; that one that unite us without exclusions and define our spiritual identity on the archipelago, that explains us as a nation, overcoming any exacerbated discrimination, especially for those who hopes to see us disunited and subjugated by imperial powers.

Translated by Alberto Nelson Jones 

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