La Casa de África fue y será un monumento vivo

enero 7, 2011

Por: Eusebio Leal Spengler

Excelentísmos Señores Embajadores,
Distinguidas personalidades invitadas,
Compañeros del Consejo de Dirección de la Oficina del Historiador,
Trabajadores de la Casa de África,
Compañeras y Compañeros:

Veinticinco años después asistimos a la conmemoración de la fundación de la Casa de África; fue escogido el día 6 de enero, ancestral celebración de la festividad de la Epifanía de los Reyes Magos, era el día en que se otorgaba libertad a los esclavos unidos fraternalmente en sus cabildos y presididos por los Ancianos de Nación.

Estos festejos que comenzaban en las primeras horas del día, concluían en la caída de la tarde, luego del esplendoroso desfile fuera de las murallas.

Testigos oculares, como el italiano Giovanni Francesco Gemelli, dejaron un testimonio vívido en las postrimerías del siglo XVI, y así sucesivamente hasta el ocaso del siglo XIX. Además de la evidencia gráfica, legado de grabadores y viajeros que dieron a la imprenta luego en sus cartas y escritos, la dignidad de la fiesta y lo que era consustancial a ello, el elogio de la libertad en medio de una sociedad esclavista.

La Casa de África se inspiró en la obra de Don Fernando Ortiz, de Lidia Cabrera, de José Luciano Franco, por solo citar algunos nombres. Exaltó y exalta el papel del africano y la raza negra, no como algo aparte, ni siquiera singular, sino como sustancia interpretativa de la cultura y de ser cubano.

Los profundos estudios de Alejo Carpentier, de Argeliers León, María Teresa Linares, Rogelio Martínez Furé, Natalía Bolívar y de discípulos como Miguel Barnet, cuyos estudios etnológicos y etnográficos llevaron su obra medular “Cimarrón” a ser conocida en las más diversas lenguas por personas de todo el mundo; nos obliga, más bien nos inclina a reunirnos hoy en esta casa, donde una vez se estableció el Comité Cubano contra la Aparthei, en esta morada, adonde llegaron peregrinos los luchadores por la libertad en el continente africano y volvieron luego como Jefes de Estado y personalidades reconocidas universalmente. Citar solo un nombre, el de Nelson Mandela, sería suficiente. Rendimos honor y tributo a los combatientes internacionalistas cubanos que dieron sus vidas en aquellas tierras del mundo.

La Casa de África fue y será un monumento vivo. No solo a la historia, también a la espiritualidad, a la mística de África, a sus sueños y esperanzas, a su legado en América y en Cuba.

Sin reposo, con humildad, ayudamos a palear sufrimientos de sus hijos y descendientes en Haíti, la primera República proclamada por los esclavos liberados, los primeros que, luego de Espartaco en la antigua Roma, lograron triunfar sobre sus opresores.

Rendimos homenaje a Fidel, que nos indicó estas ideas, y cito:

“Nada impidió las páginas escritas con letras de oro en el libro de la historia del internacionalismo y la solidaridad con otros pueblos. Nada podrá borrar el ejemplo que hemos dado al mundo. Nuestros sentimientos patrióticos se han profundizado y nuestros sentimientos internacionalistas se han multiplicado al sembrarse en el alma del pueblo cubano la más hermosa de sus ideas martianas cuando afirmó que Patria es Humanidad”.

Agradezco a Alberto Granados y, muy especialmente, a Adriana Pérez y Esther Nicle, y agradecemos sinceramente la presencia, de todos ustedes este día y agrego que una poderosa razón de Estado me impide acompañarles. 

Casa de ÁfricaCentro HistóricoLa Habana

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